Un astrónomo ciudadano, Frank Kiwy, participante en el proyecto Backyard Worlds: Planet 9, acaba de realizar un hallazgo muy importante: descubrió 34 sistemas binarios enanos ultrafríos en la vecindad del Sol. ¡Esto significa que ahora conocemos el doble de estos sistemas que antes!

Kiwy es uno de los más de 150,000 voluntarios, llamados científicos ciudadanos, que participan en el proyecto Backyard Worlds: Planet 9 patrocinado por la NASA. El objetivo del proyecto es descubrir enanas marrones, objetos celestes a medio camino entre planetas gigantes y estrellas muy pequeñas. Para encontrarlas, los científicos ciudadanos se dedican a revisar las imágenes obtenidas por varios observatorios, ya que, a pesar de las poderosas supercomputadoras, el ojo humano sigue siendo el mejor instrumento para detectar a estos objetos.

Kiwy realizó su descubrimiento usando los datos de NOIRLab's Community Science and Data Center con sede en los Estados Unidos. El NOIRLab (Laboratorio Nacional de Investigación de Astronomía Óptica e Infrarroja) tiene un catálogo de cuatro mil millones de objetos celestes: el Catálogo de fuentes DR2, en el que se basaba el descubrimiento.

Al estar revisando las imágenes astronómicas, Kiwy identificó más de 2500 enanas ultrafrías potenciales escondidas en el catálogo. Con este nombre nos referimos a un tipo de objetos que contiene tanto estrellas de muy baja masa con temperaturas por debajo de 2,700 K (2,430° C), como también las enanas marrones. Después de una inspección detallada, Kiwy pudo determinar que 34 de estos objetos en realidad formaban parte de sistemas binarios ,dos cuerpos orbitándose mutuamente. Los compañeros binarios resultaron ser estrellas de baja masa y enanas blancas.

El hallazgo es una gran historia de éxito para la ciencia ciudadana. Entre otras cosas, ayudará a los astrónomos a determinar si las enanas marrones se parecen más a los planetas gigantes o a las estrellas pequeñas y también contribuiráa comprender cómo evolucionan los sistemas estelares con el tiempo.

Traducido por: Primož Kajdič, Departamento de Ciencias Espaciales, Universidad Nacional Autónoma de México